Ruleta RussoBoca y Miguelito vuelven a cruzarse. Hace un año, el club lo despedía y hoy lo enfrenta en una final en la que San Lorenzo puede ser campeón. ¿Será verdad que el fútbol siempre da revancha? A los de Ischia les sirve empatar.Si doce meses atrás, cuando salía de esa reunión breve pero definitiva con Pedro Pompilio, la que le puso punto final a su ciclo, a Miguel Russo le hubieran pedido que soñara una revancha, difícilmente habría escrito un guión tan perfecto como el que se puede cerrar esta tarde en la cancha de Racing. Más rápido que volando, exactamente 366 días después del anuncio de esa no continuidad, otra vez un 20 de diciembre puede ser un día para recordar en la vida del técnico. Nada menos que en este segundo partido del triangular final del Apertura, que puede ser el decisivo, el San Lorenzo de Russo puede darle la vuelta en la cara al Boca de su reemplazante Carlos Ischia. Y, entre otros morbosos condimentos, al club que lo dejó sin trabajo a fines del año pasado lo puede mandar a buscar otro técnico para que intente ganar la Copa Libertadores que el propio Russo supo conseguir en el 2007.
Seis meses sabáticos se tomó Miguel para digerir aquel final abrupto, inesperado, que Pompilio tenía pensado desde mucho antes de viajar al Mundial de Clubes de Japón y que ejecutó con pulso firme a la vuelta, a los 16 días de su gestión formal como presidente. Antes de que el DT despabilara, de que pudiera procesar los cuestionamientos a su PF Guillermo Cinquetti y los argumentos para el cambio de mando, en Boca ya presentaban a Carlos Ischia y Russo cerraba el año en silencio en Punta del Este. El tiempo no fue suficiente para cicatrizar la herida, por más que nunca criticó al ex presidente y sólo repitió que "el tiempo pone las cosas en su lugar", pero sí lo fue para recuperar las ganas de volver al ruedo. Eligió un San Lorenzo convulsionado tras la partida de Ramón Díaz. Le puso orden a un plantel que se reforzó con muy buenos jugadores y le imprimió el estilo agresivo que también tuvo su Boca. Gozó con el buen juego que mostró su equipo durante un buen rato del torneo, sufrió con el bajón que sobrevino a la hora de los bifes, lloró como pocas veces se recuerde por los arbitrajes... Y la apuesta no le pudo salir mejor. O sí. Hoy se verá.
Pero, claro, no le pidan pimienta en sus palabras a Russo: "Trato de no pensar en esas cosas. Soy muy positivo y ahora en mi cabeza está totalmente San Lorenzo. La verdad que no sabía que justo el sábado (hoy) se cumple un año de mi salida de Boca, porque no son fechas que uno tenga presente. No les doy importancia", explicó el técnico en la semana. Y lo mismo, que no lo toma como revancha y que sueña con regresar algún día a Boca, cuentan los amigos que lo conocen de la sobremesa del bar Café París.
¿Qué le genera a Boca tener enfrente a Russo? No mucho, más allá del vendaval que puede desatar una derrota (no está confirmada la continuidad de Ischia), y ya hubo muestras de eso.
Cuando el ex volvió a La Bombonera, en este Apertura, apenas escuchó algunos aplausos de los plateístas de la preferencial y se llevó un cálido abrazo de Román Riquelme. El resto, jugadores y gente, fue pura indiferencia. E incluso, más que indiferencia, hay players que no le guardan ningún cariño. Algunos con cartel porque jugaron poco y nada, otros con menos chapa porque no tuvieron cabida en el plan Russo.
Ischia y Russo, el ex y el actual, estarán otra vez frente a frente justo en una final. No habrá beso y abrazo, un clásico del Pelado con cada técnico rival durante todo el año, porque si no lo hubo en ese cruce entre Boca y San Lorenzo en noviembre, mucho menos lo habrá ahora tras el reciente fuerte cruce por los arbitrajes. Tras la enésima queja de Miguelito, cuando la mano venía torcida, Carlitos recogió el guante y le devolvió un "así está el país por echarle la culpa al otro y no asumir las responsabilidades propias". Y marcó más diferencias: "Si Boca no es campeón, será por errores nuestros". Ayer, encima, volvió a poner distancia con las quejas que se escucharon desde
el Bajo Flores
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